Si hay una temporada especialmente recordada en el historial del CD Villarejo, esa es la 1981-1982, por diversos motivos.

Como único representante de Madrid, el cuadro verde tuvo que hacer casi 6.000 kilómetros para acometer los diecisiete desplazamientos por las carreteras castellano manchegas. La Directiva y Cuadro Técnico decidió afrontar la Segunda Regional con los mismos jugadores que la habían conseguido y poco más, pero en la quinta jornada, el once verde, colista, contando sus partidos por derrotas, cundió el pánico. Plantilla y afición exigieron refuerzos para dejar de ser marionetas en manos de sus rivales. La superioridad manchega era apabullante. El primero en llegar fue Carlos Jurado, procedente del Colmenar de Oreja, del cual se había desligado. El equipo mejoró pero no pudo evitar la sexta derrota frente al Mora de Toledo (3-1).

Hacía falta un revulsivo, un líder capaz de revertir la situación y el elegido fue el astro morateño "Pistón". Ya había colgado las botas, pero una oferta irrechazable hizo que las descolgara y ése fue el revulsivo esperado. Su sola presencia cambió por completo el talante de la plantilla y el Municipal se convirtió en un fortín infranqueable. Al Villarejo, séptimo clasificado le faltó temporada. El último tanto liguero frente a la UD La Fuente (5-0), en el Municipal, era el gol 500 en el historial del Club, su autor: Jarillo. Los anteriores goles centenarios corrieron a cargo de Jarolo (100), Medina (200) y Octavio (300 y 400).

Peculiar cuanto menos la 81-82